fe
“Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado.” Daniel 3:19
Cuando los tres jóvenes hebreos se negaron a doblarse delante de la estatua de oro que el rey habia mandado a levantar, la Biblia nos dice: que el horno de fuego fue calentado siete veces mas de lo normal.
La fe de aquellos jovenes fue embellecida por el fuego, y el Poder de Dios se manifestó de una forma grande e imponente, pues el fuego ardiente de aquel horno no tocó ni dañó aquellos jóvenes valientes que honraron a Dios con su fe.
Los babilonicos se quedaron atónitos cuando vieron con sus ojos que el poder del fuego no destruia a Sadrac, Mesac y Abed-nego, y aun, veian un cuarto hombre semejante al hijo de los dioses, pasearse con ellos por el medio del fuego.
Muchas veces en medio de la prueba que estamos enfrentando, sentimos el calor de la batalla tan intenso que nos parece que el horno de fuego ha sido calentado siete veces más de lo normal. Sentimos que ya no tenemos fuerzas y que vamos a desfallecer, no obstante, igual que con los jóvenes hebreos, con nosotros está el Señor Jesucristo, fortaleciendonos y librandonos que las llamas de fuego dañen nuestro ser.
El fuego purifica la fe, la fortalece, saca toda impureza, toda incredulidad, duda, y temor, saca toda lo que no agrada a Dios.
Dicen que la mejor porcelana tiene que pasar por el fuego unas tres veces para que los hermosos colores dorados puedan aparecer y brillar para que podamos lucirlos en nuestra mesa.
Es el calor del horno de fuego el que embellece tu fe dejando al descubierto los colores brillantes de la misma. Es el calor del fuego el que hace que tu fe suba hasta el trono de Dios con un holor fragante y grato. Es el calor del fuego que hace que tu fe testifique a los que no creen la grandeza del Dios que sirves. Es el calor del horno de fuego en el que te encuentras el que fortalecerá tu fe para traer al mundo fisico lo que ya está hecho en el mundo espiritual.
Por tanto, ¡no desmayes! es necesario que pases por el fuego. No temas, ni te intimides, tú no estás solo; contigo en ese horno de fuego está el Rey de reyes, el Dios todo poderoso, quien ha prometido estar contigo siempre. ¡Amén!