Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
Juan 8:31-32
Ser discípulo del Señor no es decir soy cristiano, ni tampoco es ir todos los domingos a la iglesia. He conocido muchas personas que van a la iglesia y no son discípulos, ni tan siquiera han aceptado a Cristo como su Señor personal. Ellos asisten por años a la iglesia, oyen la Palabra, pero sus vidas no cambian, siguen siendo esclavos de sus pecados.
Aun, muchos que se dicen creyentes no son verdaderos discípulos del Señor. Ellos aceptaron a Jesús, pero no pueden dejar malos hábitos que los esclavizan, ni pueden vencer ciertos pecados que los dominan y los mantienen cautivos. Por lo que podemos decir que, ser discípulo del Señor implica mucho mas que ir a la iglesia, o decir que se es cristiano.
Jesús nos enseñó como es el carácter del verdadero discípulo. El dijo: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;” Solo aquel que permanece en la Palabra del Señor y hace lo que ella enseña puede decir que es un discípulo. Permanecer en la palabra significa, identificarse con ella y hacer de ella la norma de su vida.
Esta obediencia a la Palabra, y esta búsqueda contante del Señor, es lo que determina sí una persona es un verdadero discípulo de Cristo o no. Además, tal permanencia conduce a experimentar la verdadera libertad. Nadie puede ser libre de la esclavitud del pecado si no permanece en la Palabra. Sí usted ve, Jesús siguió diciendo: “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”
Aquellos que permanecen en la Palabra de Dios conocen la verdad, y esta verdad los hace libres. Note, que Jesús es la Palabra, y también es la verdad. Entonces, cuando perseveras en la Palabra estás perseverando en Jesús, y esta perseverancia te lleva a conocer la verdad, ósea, conoces de verdad a Cristo, y este conocimiento te hace libre. Recuerda que, “si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.” Juan 8:36 ¡Amén!